En capítulos anteriores: Etapa I Después de finiquitar mi bocata de jamón york y de haber descansado un poquito, veo por la ventana del TRAM que a lo lejos se acerca el tren dirección Blanes (mi destino es Mataró, parada intermedia, dónde tengo aparcado el coche) y me dispongo a iniciar una contrarreloj de 30 metros bajándome del TRAM a toda leche, llegando al tren resoplando, y con las manos hechas trizas, los guiris me miraban con cara de “estos españoles estan tarados” y es que estos trenes van atestados de guiris que veranean en Calella, Blanes o Lloret por lo que ahí te han dao candela: no hay ínfma posibilidad de sentarte además que a veces tienes que oler los sobacos de un alemán semi-ebrio (es normal yo también estaría todo el día de fiesta) y que no se ducha (esto ya no es tan normal) si a todo esto el sumas que te has currado 30 metros con un iMac entre las manos que no sé cuánto pesará pero os juro que un huevo, pues ya ves el cuadro.