Que llegues a tu casa a las 22:45 después de un día infernal y para abrir la puerta del edificio saques la tarjeta de acceso de tu empresa, no tiene precio.

Así es la vida del consultor cansado y que vive en su puto mundo de paranoia diaria. Creo que hasta he oído una bocina en mi interior que sonaba meeeeeeeeeec cuando he ido a pasar la tarjeta por el lateral de la puerta.

True Story.