Esto son unos amigos que quedan en un Starbucks después de comer en un japo. En un ataque de fiebre consumista deciden marcarse un viaje a París el fin de semana del 7 y 8 de mayo aprovechando la presencia de otro amigote en la capital francesa y así adquirir conjuntamente el iPad en la Apple Store del Louvre. Incluso esos tíos y sus maltrechas economías están dispuestos a afrontar un sobrecoste en el billete de +30 euros, ya que en el momento de efectuar la compra, el vuelo desaparece (las plazas ya están pilladas) y el billete se encarece.

Compran.

Los tres amigos + el amigote remoto flipan en colores y ya están imaginándose llegando a la Apple Store del Louvre abalanzándose sobre el mostrador y espetándole al dependiente: “JeeniPadblouflú” cual Joey en ese capítulo de Friends en el que pretendía hablar gabacho. Visualizan el momento en sus cabecitas en el que salen triunfantes del Louvre con tres cuadros valorados en 400 y picos euros cada uno y con el mismo reverso: una manzana mordida en ellos.

Finalmente, Apple en vista del éxito del dispositivo en USA decide postponer el envío al resto del mundo un mes más. Hasta finales de Mayo.

Facepalm.

Y ahora qué? Pues ajo, agua y resina que va muy bien para el cutis. Me viene a la mente esa canción de Mark Knopfler Je sui desolé (cuyas tres frases en francés son todo el francés que sé). Iremos igualmente, el viaje está pillado, el hotel reservado y las ilusiones destrozadas… bueno no completamente, el que os escribe nunca ha estado en la capital francesa. De hecho, es yo diría una de las pocas grandes ciudades que me falta por ver de Europa, así que todavía atesoro un atisbo de ilusión.

París, ce la vie

Y bueno, podré hacer fotos, visitar la Apple Store del Louvre (cuarta Apple Store que visito: Soho, Regent St., Ginza y ahora Louvre) y comer un croissant en un bistro.